Nacho Dean ha presentado su libro ‘Libre y salvaje’ (Zenith, Planeta), en el que cuenta los tres años que ha necesitado hasta convertirse en el primer español en completar la vuelta al mundo andando.
El malagueño terminó este reto el pasado mes de marzo en la Puerta del Sol de Madrid. Fueron tres años justos, desde el 21 de marzo de 2013 hasta el 20 de ese mismo mes de 2016. En el libro, Dean cuenta cómo recorrió 33.000 kilómetros a través de 4 continentes y 31 países diferentes. En esta obra, además, se hace especial hincapié a la dificultad de hacerlo ininterrumpidamente y sin asistencia.
El autor emprendió esta aventura por la naturaleza y por el planeta Tierra

Nacho Dean utilizó 12 pares de zapatillas para completar esta “fascinante” aventura que el español no realizó por ninguna experiencia traumática, sino “como una llamada de atención sobre la degradación del planeta”. Por este motivo, Nacho Dean llamó a su viaje “Earthwidewalk, marcha mundial por la naturaleza y el planeta Tierra”.
En el libro se cuentan algunos datos curiosos sobre estos tres años de aventura. Por ejemplo, Nacho Dean explica que estuvo caminando 86 días de forma consecutiva en Australia. En este país, además, sobrevivió a unas temperaturas extremas de 50 grados. Por el contrario, la temperatura más baja la registró en la cordillera de los Andes (Estados Unidos) -13º.
También estas montañas fueron su punto más alto (4.800 metros) y un poco más al norte, en Ciudad de México pasó 57 días detenido, ya que fue en este país donde sufrió la única enfermedad del viaje, la fiebre chikungunya. Otra de las curiosidades que se cuentan es que el autor fue mordido por un perro en Honduras.
Los peligros de la aventura
Respecto a los peligros vividos durante estos tres años, han sido muchos. Presenció un atentado terrorista en Bangladesh, estuvo frente a un rinoceronte en las junglas de Nepal, le intentaron asaltar miembros de las maras en El Salvador e incluso escuchó el aullido de dingos (lobos) alrededor de su tienda en Australia.
‘Libre y salvaje‘, además, relata la aventura de un hombre que tomó esta decisión con apenas 3.000 euros en el bolsillo y un “austero equipaje”.
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